En un viaje a Londres hay muchos lugares que son obligatorios en la ciudad. El Big Ben, Camden Town o o Piccadilly Circus, por ejemplo. Hay otros que no son tan típicos como el Museo de la Ciencia pero teniendo tiempo de sobra en la ciudad, vale la pena conocerlo.
Ir de compras en Londres es todo un placer y, en algunos casos, un lujo. Los centros comerciales más lujosos contrastan con los mercadillos callejeros más económicos y ofrecen, tanto al viajero como al local, variedad para todos los gustos.
He descubierto que me encanta Londres. Aunque no estoy tan segura de si diria lo mismo en el caso de quese hubiese pasado la semana lloviendo. Y es que cuando en la capital britanica sale el sol, pasa como en Munich: los parques llenos, las calles a rebosar de gente, en las terrazas no cabe ni un alma, y lo mejor pasa cuando menos lo esperas.